Hace no tanto, amar era un riesgo. Amabas y te exponías mucho, te desnudabas emocionalmente, y si todo salía mal (spoiler: suele salir mal), te enfrentabas al vacío existencial, a las preguntas incómodas que seguían en tu cabeza: ¿qué hice mal? ¿por qué no funcionó? Y, sobre todo, el clásico “¿por qué me dejo mensajes en visto si está en línea?”. El duelo amoroso era un rito de paso. Te rompías para reconstruirte, para aprender, para seguir adelante, o al menos intentarlo. Pero, ¿y ahora? Ahora, gracias a la IA, ni siquiera el duelo es lo que era.
La IA está reescribiendo el amor, pero también, y tal vez más perturbador, el desamor. Y no es que me oponga al progreso, para nada. La idea de que puedas tener una relación con alguien (o algo) que nunca se cansa de vos, que jamás tiene un mal día, que siempre está listo para responderte con un mensaje cargado de dulzura o un emoji en el momento exacto, suena tentadora, ¿no? Es la promesa de un amor perfecto. Un amor programado. Pero, como todo lo perfecto, resulta ser un poco inquietante. ¿Un poco? Me quedé cortísimo. Perdón.
Imaginá esto: rompiste con tu pareja. Es el final, lo sabés. Ya pasaste por las etapas del duelo en las redes: la eliminación de fotos juntos, el clásico “visto por última vez hace 20 minutos”, las actualizaciones sutiles de estado. Todo indica que la relación está teóricamente muerta. Pero no. Porque, gracias a la magia de la IA, ahora podés seguir hablando con una versión digital de tu ex. Un avatar. Sí, así como lo estás leyendo. Existen bots diseñados específicamente para simular conversaciones con personas que ya no forman parte de tu vida. Podés preguntarle a ese bot lo que siempre quisiste saber pero nunca te atreviste: “¿Por qué me dejaste?”, y te dará una respuesta perfecta, probablemente más sensata que la que habrías recibido en la vida real. La IA, señoras y señores, resolviendo teóricamente lo que el corazón humano nunca pudo.
Y acá es donde me pregunto, ¿estamos superando el duelo o solo nos estamos hundiendo más en la nostalgia digital? Es irónico: la IA se creó para simplificarnos la vida, pero ahora está complicando hasta las rupturas. Antes, una relación fallida se cortaba y con suerte después podías hacer una catarsis en la terapia o escribiendo un poema malo. Pero ahora, el algoritmo no te deja escapar. Es como si el desamor hubiera sido hackeado. Y lo más perturbador es que puede que hasta nos guste. Porque, seamos sinceros, hay algo muy tentador en la idea de un cierre que nunca llega, de poder seguir en contacto con una versión idealizada de quien ya no está.
Esto de seguir “hablando” con tu ex a través de un bot me hace acordar a esos amores adolescentes en los que reescribís en tu cabeza una y otra vez lo que le deberías haber dicho en esa pelea que definió todo. Solo que ahora lo podés hacer en tiempo real, pero con una máquina que nunca va a decirte: “Basta, superalo”. ¿Y no es un poco así la vida ahora? Superficialmente conectados con todo, pero profundamente desconectados de lo que de verdad nos permite avanzar.
Pero no se trata solo del duelo. La IA está empezando a redefinir lo que significa el amor. Porque, claro, si ya tenemos bots para hablar con nuestros ex, ¿qué impide que tengamos novias o novios digitales diseñados a medida? Y no hablo de esos asistentes virtuales que te avisan sobre tus reuniones o te recomiendan canciones. No, no, hablo de parejas digitales que saben teóricamente qué decir, cómo mimarte, cómo hacerte sentir amado sin ninguna de las complicaciones del mundo real. Sin peleas. Sin silencios incómodos. Sin crisis existenciales por cosas tan mundanas como el “¿qué vamos a cenar?”. Tu pareja virtual ya lo sabe. Hasta podría pedirte comida antes de que te des cuenta de que tenés hambre.
Lo que antes era un lujo reservado para personajes de ciencia ficción como en Her, ahora está a la vuelta de la esquina. El amor como un servicio. A pedido. Tan simple como deslizar para la derecha y crear una relación a medida. Y no te equivoques, el algoritmo aprende. Sabe cuándo estás triste, cuándo te peleaste con tu jefe, cuándo necesitás cariño y cuándo preferís que no te molesten. Es el amor sin fricción, sin sorpresas desagradables. Pero, ¿es realmente amor si todo está predeterminado? ¿O estamos entrando en una era donde el amor, con sus altibajos, está siendo reemplazado por una simulación cómoda, pero vacía?
No sé qué sentir con la idea de que ahora podamos “perfeccionar” a nuestras parejas, como si estuviéramos haciendo ajustes en una app. ¿Querés que sea más atento? Hecho. ¿Menos sarcástico? Listo. Pero lo que olvidamos es que la imperfección es precisamente lo que nos conecta con los otros. En el intento de crear un amor sin errores, corremos el riesgo de eliminar la parte más humana del vínculo: el caos. Y ahí está el twist final: cuanto más tratamos de evitar el dolor y la incertidumbre del amor, más nos desconectamos de lo que significa realmente vivir una relación.
La inteligencia artificial está reescribiendo el amor y el desamor, sí, pero la pregunta es si queremos ser parte de esta historia. Porque, quizás, el duelo, el conflicto y hasta las rupturas son lo que nos permite crecer, nos recuerda que estamos vivos.
¿Queremos sacrificar todo eso por la promesa de un amor perfecto, pero completamente artificial?