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“El conocimiento es siempre un proceso dialéctico que precisa del disenso mutuo para producir síntesis y progresar.”

– Prólogo de Jorge Fontevecchia

El fanatismo por lo tecnológico que en las utopías lleva a los humanos a vivir en un mundo casi fantástico de comodidad, en las distopías genera exactamente el efecto contrario. Los humanos dejan de ser humanos, y se convierten en máquinas antropomórficas que alimentan el sistema que alguna vez crearon.

¿Realmente el progreso material y tecnológico nos han hecho más felices? ¿Se han solucionado nuestros problemas gracias a la tecnología? ¿No hemos construido problemas nuevos y más complejos?

Mientras los Estados continúan manteniendo el poder sobre el territorio, se encuentran claramente relegados por las compañías privadas y los individuos en el mundo del ciberespacio, los datos, y la virtualidad. ¿Cómo lograrán convivir estos tres actores en el futuro? ¿Ganará alguno la pulseada por el poder o debemos acostumbrarnos cada vez más a este mundo multiplex?

Sentado cómodamente en el living de su casa, minando Bitcoin, alguien puede estar generando riqueza en el barrio de Palermo en Buenos Aires, de la misma forma que lo hace un consultor en el barrio de Miraflores en Lima redactando un informe. La verdadera transformación de la realidad en el siglo XXI sucede en el cerebro humano, y eso nos empodera como nunca antes en la historia.

“Estamos y no estamos”, pensé. Conté —además de mí— 14 personas en el local, de las cuales seis estaban aprovechando el free Wi-Fi con su computadora, y otras siete estaban con la cara sumergida en la pantalla del teléfono celular. Uno solo de ellos tenía un libro en la mano, que intercalaba con algún scrolleo de vez en cuando.

¿Qué es una sociedad mediatizada? Una sociedad que experimenta una transformación gradual de sus prácticas sociales y hábitos culturales en función de la constante presencia de los medios. Todo se ha vuelto de a poco un evento mediático. ¿La jornada electoral? Un show mediático. ¿La vida de la realeza? Un drama mediático. ¿Un crimen irresuelto? Una novela mediática. ¿Una pandemia?… Bueno, dejémoslo ahí.

Si bien siempre existieron variaciones de una generación a otra, en los últimos años, los cambios intergeneracionales se han acelerado alocadamente. (…) El cliché de los milenial suele pintarlos (pintarnos) como una generación arrogante, poco interesada por el trabajo, impaciente y sin grandes aspiraciones en la vida. Fuerte.

Esa especie de adicción que generamos con el teléfono, que por momentos puede llegar a abstraernos de lo que está sucediendo a nuestro alrededor, no es casual. La mayoría de las aplicaciones que consumimos a diario están expresamente diseñadas para convertirnos en adictos (…). ¿La tecnología nos hace más felices o más infelices? Toda la felicidad acumulada que tenemos cuando compramos el nuevo iPhone se puede esfumar en un segundo si la foto que subimos no recibe los likes que esperábamos.

Si lo que alguna vez caracterizó al Homo sapiens fue su capacidad de razonamiento, lo que caracterizará al Homo tech será su relación indisociable con la tecnología.